sábado, 29 de enero de 2011


 
El Sol y La Luna

Cuando El Sol y La Luna se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor.
Sucede que el mundo aún no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio entonces un toque final… el brillo!
Quedó decidido también que El Sol iluminaría al día y La Luna iluminaría la noche, siendo así, estarían obligados a vivir separados.
Les invadió una gran tristeza, cuando se dieron cuenta que nunca mas se encontrarían…
La Luna fue quedándose cada vez mas angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose solitaria.
El Sol a su vez, había ganado un título de nobleza “Astro Rey”, pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios, viendo esto, les llamó y les explicó: No debéis estar tristes, ambos ahora poseéis un brillo propio.
Tú Luna, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías.
En cuanto a ti, Sol, sustentarás ese título porque serás el mas importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día, proporcionarás calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas mas felices.
La Luna se entristeció mucho mas con su terrible destino y lloró amargamente… y El Sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podía dejarse abatir mas, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
Aún así, su preocupación era tan grande que resolvió hacer un pedido especial a Dios: Señor, ayuda a La Luna por favor, es mas frágil que yo, no soportará la soledad… y Dios… en su inmensa bondad… creo entonces las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy, ambos viven así… separados, El Sol finge ser feliz, y La Luna no consigue disimular su tristeza.
El Sol arde de pasión por La Luna y ella vive en las tinieblas de su añoranza.
Dicen que la orden de Dios era que La Luna debería ser siempre llena y luminosa, pero no lo consiguió… porque es mujer, y la mujer tiene fases. Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.
Luna y Sol siguen su destino. Él solitario pero fuerte; Ella, acompañada de estrellas, pero débil. Los hombres intentan constantemente conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto solos. Nadie jamás realmente consiguió conquistarla, por más que lo intentaron.
Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de La Luna y El Sol… Fue entonces que Él creó el Eclipse.
Hoy Sol y Luna viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueran concedidos y que tanto cuesta, sucedan.
Cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que El Sol cubre La Luna, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de Eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.

Tomado de: Sendero Espiritual



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